Eva, Helena, María y Sofía

Aunque su nombre no a todos gusta, mucho menos su significado… la existencia del alma es algo que pocos se han atrevido a cuestionar. Si buscamos su definición en el diccionario nunca encontraremos la misma dos veces. Porque sin duda alguna, aunque puesto en papel, termina siendo algo subjetivo, mas de uno mismo, que de otros, los demás. Sin embargo todos tenemos una que nos fue asignada cuando no lo sabíamos, como una especie de lotería celeste que ganamos a la hora de bajar y que ahora nos corresponde, que por nada en el mundo podemos cambiar. Tatuada de manera eterna en el centro de cada quien, unos la consideran el todo del todo. Tiene el poder de vivir sola independiente, como si flotara en el aire liviano de la madrugada, esperando en silencio a que el cuerpo del amo decidiese despertar, volver a vivir. Y en un beso místico y misterioso le devuelve la vida, lo invade. Como si al dormir, empezara la fiesta de aquellas las almas, hasta que le llega la hora de partir. Hay que decirle adiós a la noche. Mi amo se mueve, va a despertar.

Y cuando estoy dormida perdida entre mis sueños locos… ¿no te asustas? ¿a donde te vas tan sola cuando el sol se esconde y sale la luna en trozos de mármol? ¿con quien sales a pasear? ¿de quien te has enamorado esta vez que vuelves rara en las mañanas cuando comienza a llover y no te quieres levantar… ¿En donde te reúnes con ellas las demás? ¿dónde se ven? ¿dónde te revuelcas con ellas cual fantasmas blancos que adornan los cielos como espuma? Y aquellas las otras… ¿quienes son? ¿Acaso las conozco…? ¿De que hablan? Dime si les cuentas mis secretos, aquellos los mas oscuros, los que solo tu sabes porque vives en mi. Anda ven y cuéntame algo… algún misterio de alguien extraño. Algún crimen ajeno que aun no sepa… Quiero saber mas.

Anima. así te han puesto aquí abajo aquellos que dicen poseerte. Sin duda alguna el origen de tu nombre: Anima = energía, animación. Movimiento. El toque final que le faltó a Pinocho para estar vivo. Para cantar y bailar, vuelto loco. Para encender una hoguera en el centro del pecho y quemar s

u madera… hasta poderse enamorar. Rompiendo reglas. Como se entrega el alma así de simple en presencia del amor. Ingenuo. Es que sin alma, no hay vida. Y sin vida dejan de brillar las cosas, como dejan de brillar los ojos que parecen estrellas en el cielo, ansiosos, felices al verte llegar. Tampoco sintiera entonces el sol de la tarde que calienta con sus brazos de oro a aquel desalmado que padece de frío. Sin alma tampoco sintiera tus besos. Cuando acercas tus boca lentamente y me tocas, y en tus labios te llevas aquellos suspiros de mi corazón. Villano.

Y creyendo siempre en la transparencia eterna del alma, alguien juró lo contrario. Estaba allí! en algún lugar puntual donde podían localizarla. Apuntarla con el índice y de esa manera hacerla cómplice. Culparla de todo aquello que ha pasado, y de lo que nunca ocurrirá jamás. Alguien que pudiese condenarla, castigarla. ¡Esta allí! ¿no las ves? En los rincones mas oscuros y grises, entre las arrugas babosas que envuelven los sesos. Que pesa 21 gramos. Que se puede entrenar. El origen de la conciencia. La explicación de todas las cosas. Sin embargo… cuesta creerlo cuando ella misma se encarga de hacerse sentir. De dar un golpe en el pecho cuando se toma una decisión errónea y te lo hace saber en lo más profundo de la consciencia. O se viste de gala en una gran sonrisa cuando todo parece que marcha bien. Aquella que se despide de todos en un momento en la vida, pero que nunca se va. Que se queda allí por siempre impregnada en el olor a perfume del vestido favorito, o en la memoria terca que enloquece al amante que siempre amó de mas. Es que el alma no se va nunca. Por ello, no es una simple neurona que se fue a pasear bañada de luna llena. Por esa misma razón quizás si deberíamos entrenarla pero en la universidad de la vida y del perdón. Siendo mas compasivos los unos con los otros, y arriesgando mas cosas por amor. Y de esa manera sentirla siempre viva, así como es. Así como siempre le gustar estar.

Begin to see yourself as a soul with a body rather than a body with a soul.
— WAYNE DYER
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Ars Longa, Vita Brevis