Un año nuevo donde abrazamos lo que es

El comienzo de un nuevo año se caracteriza por ser una época de inmensa vulnerabilidad. Época del año que se presta para la reflexión y la introspección, en relación al año que termina y a los frutos o no frutos que ha brindado la cosecha que llega a su final. Un espacio sensible, que de no ser vigilantes con nosotros mismos, nos conduce a una rígida autocrítica desmoralizante, que normalmente está basada en mentiras y juicios que podríamos evitar con una mayor comprensión de la verdad.  

Todos queremos ser felices en esta vida a cuesta de cualquier cosa. Y en el transcurso de un año, tenemos un sinfín de oportunidades para llevar a cabo ese cometido basado en las cosas que consideramos nos harán felices. Sin embargo todos continuamos sufriendo, y al alcanzar el final de un año, hacemos cuenta atrás para registrar la cantidad de veces que nos vimos revolcados en sufrimiento. ¿Estaremos haciéndolo mal? nos preguntamos en ese momento de silencio en el que hacemos las intenciones para el año próximo. Añadiendo una serie de condiciones y de requisitos que necesitaríamos para lograrlo, ignorando que nuestra capacidad para ser felices, no requiere necesariamente del que nos deshagamos de todo el sufrimiento. El arte de la felicidad es de hecho el arte del sufrimiento, y de comprenderlo, la única entrada en la lista de deseos para un nuevo año sería la de abrazarlo y de aceptarlo a este sufrimiento, y ser capaces de ir un poco más allá hasta lograr transformarlo en la compasión por nosotros mismos y por los demás.

Un año nuevo de completa aceptación de que no hay un lugar donde solo exista la felicidad. Y el deseo de no desalentarnos ante los desafíos y la adversidad, cuando el sufrimiento es también una energía que se puede transformar. No pensar entonces o sentir, que el sufrimiento es lo único que está allí presente en el momento que aparece, y que la felicidad pertenece a otro lugar en otro espacio y en otro tiempo. Y olvidarnos de ese derecho que creemos tener de decirle al sufrimiento vete de aquí, no te quiero. Solo quiero la felicidad. El mismo sin sentido de querer decirle al lado derecho vete, porque solo quiero el lado izquierdo. Para este nuevo año tener la intención de observar esas formaciones mentales, las ideas falsas y las tendencias dentro de cada uno de nosotros, que nos llevan a hablar y actuar de la forma en como lo hacemos. Un Año Nuevo donde tenemos la intención de practicar el descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza y la manera en cómo somos influenciados por los factores externos que no nos definen ultimadamente como la sociedad y la familia. Darle cara a esas formaciones mentales que son realmente perjudiciales y que nos perturban en lugar de brindarnos liberación.

Un Año Nuevo donde podamos vivir en paz siendo conscientes de nuestras tendencias y de nuestros hábitos, y de esa forma poder ejercer un poco de autocontrol y la práctica de cuidar de nosotros mismos. Comprender que este año que entra traerá dolores al igual que placeres, alegrías al igual que sufrimientos; mientras nos atrevemos a mirar a los ojos la naturaleza de nuestros sentimientos y sus raíces, para saber discernir cuales de ellos necesitan ser transformados con las intenciones del nuevo año, y nutrir aquellos que nos traen paz y bienestar en una próxima vuelta al sol llena de luz.

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