Justine

Autor: El Marqués de Sade
Puntuación: 5/5 ★★★★★
Año de publicación: 1791

Habiendo leído una cantidad significante de historias, no me había encontrado con una tan desafortunada como la de la joven Justine. O al menos nunca había imaginado el sexo, como una forma de oscuro destino, cruel y repetitivo, un castigo injusto impuesto sobre la misma mujer. Mas sabiendo ahora que la víctima protagonista de este gran clásico de la literatura francesa, nunca dejó de enfocar su mirada en la Providencia, sin perder esperanza alguna de que algún día sería librada de tanto vicio parafílico, profano y perverso.

Faltan palabras para describir la excelencia de esta obra, pero se me dificulta recomendarla abiertamente al publico en general. Yo he tenido el placer de degustar uno de lo más ricos bocados en términos de literatura, de vocabulario, de expresión carnal y espiritual, de una aberración real y perversa que viven muchos seres humanos, pero que es necesaria mantener oculta cuando de sexo se trata, sobretodo a niveles pérfidos y grotescos, como las escenas que  describe el Marqués de Sade en la historia de la pobre Justine.

Son tantos los temas y argumentos que se presentan en la obra Justine, que hay que leerla con una mente muy abierta y así poder disfrutar de este grande autor, artista, erudito en los temas del cuerpo, de los experimentos que pueden hacerse con el mismo, de la barbarie como es capaz de tratarlos y maltratarlos especialmente el femenino. Humillación, ultraje, ofensa… me quedan cortas las palabras con las que describir los comportamientos de vicio que se cometen en contra de Justine, cuando una violación sexual termina siendo lo mejor que pudiera pasarle.

Como el cuerpo femenino es usado y maltratado, desechado, a través de los más impuros actos sexuales que al mismo tiempo llenan al lector de curiosidad y de morbo, porque difícilmente podría encontrar algo similar, mas que en la pérfida imaginación del autor de estas lineas. Por algo sus obras fueron alguna vez incluidas en el Index Librorum Prohibiorum, cuando el mundo no estaba preparado para saber de lo que eran capaces integrantes de la orden religiosa, frailes, monjes, sacerdotes, damas de la gran sociedad, banqueros, comerciantes… cada quien utilizando a la misma víctima para liberar una aberración distinta, un vicio, un descarrío, una liberación que el Marqués logra poner en palabras con tanto detalle, pero con suma elegancia, con la virtud de palabra que pone en contexto, las crueles verdades del instinto humano animal, y al mismo tiempo el dolor de la víctima, el infortunio, la mala suerte.

Sin embargo no podemos dejar de un lado la fe de Justine, que es un elemento de mucho peso en el argumento de la obra. El contraste y complemento del vicio y de la virtud, y la fe inquebrantable de un Dios que hace justicia tarde o temprano, que protege, que guía, pero que al mismo tiempo permite las barbaridades mas atroces que han podido describirse en relación a los placeres de la carne. Que lectura mas profunda, mas intensa, mas impropia para aquellos que permanecen cerrados a explorar así sea con la mente, los oscuros rincones del comportamiento humano. Por el contrario es sin duda alguna, lectura obligada para aquellos que disfrutan de una escritura impecable, sin importar el contexto, pero que en este caso en particular, únicamente recomiendo para aquellos que disfrutan de escenas lubricas, atrevidas, desvergonzadas. Para aquellos hombres que sienten placer a través del sometimiento y la sumisión de la mujer en el sexo, que sienten curiosidad por temas homosexuales, que entretienen deseos depravados y que en la vida real castigan, esconden, refutan. Y para aquellas mujeres tan seguras de si mismas, tan claras de mente, fuertes y atrevidas al mismo tiempo, que son capaces de encontrar placer en la descripción detallada de los actos más crueles y perversos que podrían viviren sus propias carnes.

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