La involución del arte y la literatura

La libertad de expresión es un pilar de la democracia. Una libertad que estamos violando con un discurso de separación y de ofensa que realmente nos disminuye como seres de evolución que somos. Con el propósito de unir y de integrar, irrespetamos y violamos el derecho a la libre expresión que han tenido por mucho tiempo los artistas, buscando expresarse lejos de la intención de ofender ni de herir a nadie, sino por el simple derecho de hacerlo. 

La última fue Agatha Christie, gran escritora inglesa de la que están adaptando algunas de sus novelas escritas entre 1920 y 1970, para complacer a los lectores sensibles y a quienes le otorgan el derecho y la energía para defenderse de cualquier cosa. A los que incitan a tomarlo todo como un ataque personal, interpretando a su gusto y a su conveniencia lo que buscaba expresar la autora sin tener la verdad absoluta. Palabras como oriental, que se están eliminando de sus obras, cuando es la palabra correcta que describe el lugar geográfico de donde viene la persona. 

Las palabras judío o gitano tampoco podrán utilizarse, y me pregunto cómo estamos supuestos a referirnos a la persona que practica el judaísmo. Y cuando busco en el diccionario la definición de gitano, no es más que un nómada de piel oscura y de cabello negro que procede de la India y que se extendió por toda Europa. Y me cuesta entender ¿qué tiene de ofensiva esa definición? Gitano es sinónimo de cíngaro que deriva del sánscrito que significa "hombre de diferentes razas", y me pregunto qué tiene de ofensivo ese mestizaje. Quién lo connotó de negativo y más importante aún, quién se lo creyó a estas alturas de la partida. 

Personas nativas de algún lugar puntual como el indígena del Amazonas, habrá que llamarlo ¨local¨, un término que no funciona para llevar al lector a que se imagine a ese personaje y que lo sienta real en su pensamiento y en su emoción. La escritura es un arte como cualquier otro, protegido bajo el gran paraguas de la libre expresión y es una herramienta de entretenimiento y de cultura que transcendió la censura mucho tiempo atrás. Inclusive en el año 66 el Papa en el Vaticano eliminó los libros prohibidos que faltaban y ahora venimos a precipitamos pero hacia atrás, prohibiendo referencias y descripciones que han servido como herramientas esenciales para la construcción de historias y para hacer arte. La involución de una cultura que busca aceptarlo todo utilizando la censura, un absurdo total en temas de ideales y de principios que están provocado más separación y más enfrentamiento.   

Tampoco trata de ponerse en los zapatos del que se ofende porque eso sería imposible. Pero lo que si tenemos que estar de acuerdo es que con esto no estamos solucionando absolutamente nada. Nos aislamos cada día más y otorgamos el permiso a los más ignorantes de ofenderse por cualquier cosa y de contar con el apoyo en el caso que esto suceda, generando miedo y distancia en lugar de fuerza y unión. 

Como escritora que soy, resistirme al flujo de la vida, a la creación y a la inspiración, sería sinónimo de no tener más derecho a expresarme como artista y a utilizar mi propio lenguaje. Ese que brota del corazón y que en el presente será juzgado por el «comité de los lectores sensibles», un filtro peligroso que habrá que atravesar para ser publicado. Una censura sin bases y sin sentido, que impedirá la corriente creativa a un gran poeta o a un grandísimo escritor, incapaces ahora de abordar en algunos temas que para bien o para mal, necesitan ser removidos. El arte de la escritura entonces no será más un verdadero arte, ajustado a unos preceptos como en épocas antiguas. 

La invitación es a mirarlo todo desde otra perspectiva donde el trabajo se concentra mas bien en aquellos que se ofenden por las obras que forman parte de un pasado, y que les pueden servir en todo caso para ir más allá de las propias limitaciones que se imponen ellos mismos. Transcender el personaje y el ego que buscan satisfacer con todo el ruido mediático. Un llamado a reflexionar en profundo sobre lo que vamos a conseguir con ello, cuando al mismo tiempo nos llenamos la boca diciendo que queremos paz y que la tecnología puede servirnos de mucha información para crecer y para acercarnos. No obstante vamos por el mundo demostrando lo contrario y hacía falta el que mi pluma se viera afectada, para querer usarla precisamente para avocar por ella. La gran liberación que supone el reconocer el que todos somos uno y que estamos desechando y tachando con tinta roja, haciéndonos cada vez más conscientes de lo diferentes e intolerables que somos los unos con los otros. En lugar de aceptarnos y de dejarnos ser, perdemos grandes cantidades de energía vital en el ataque y en la defensa de un avatar ilusorio que solo encuentra identidad y seguridad en ese personaje construido por creencias y que no es nadie en realidad. La invitación es a recordar nuestra verdadera naturaleza que no se describe ni se define con cosas de tan poca relevancia para los tiempos que vivimos.

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